Déjame enjugar la codicia de tus labios
en el cauce de mi escrupuloso llanto.
Que sea el aura de la luna, canto,
y sea tu incógnita mirada, su melodía.
- Maestro de ilusiones fugaces.
Piérdete entre las hechuras de mi lujuria,
que evoquen tus caricias, el deseo.
Pleno éxtasis, angelical aleteo,
sostén de eróticas fisuras, ejercicio pasional.
- Melindroso seductor de ánimas.
El sueño se resiste
al discurso de mi demonio.
Dime tú, ¡oh, musa de la insidiosa figura!,
si estos viscerales ojos me engañan,
pues tu silueta se me antojaba
ajena a mi realidad, cual proyección adversa.
- Insensatez consistente en la súplica.
Grano de arena en el desierto de la soledad,
fenómeno de la verdad distante;
fruto de una inmundicia asfixiante:
tú, belleza astral de la innombrable pureza.
- De las mentiras, idílico astrónomo.
Las ideas mueren
a la luz del diabólico espectro.
